Por
Luis Acosta Casanova.
Todas las entrevistas que he tenido el honor de realizar a través de los años me han convencido de que el cine costarricense, lejos de ser una empresa pequeña y débil, es una fuerza naciente que no para de avivarse como un fuego, y cuya riqueza y calidad van más allá de los límites de Costa Rica.
Entre los jóvenes cineastas que están escribiendo la historia de nuestro cine, el nombre de
Isaías Badilla, junto con los de sus hermanos
Thomas y
Xavier, deberían ser vistos con gran interés y admiración; a partir de un amor de toda la vida por el arte audiovisual, y de grandes esfuerzos que vienen de sus propias labores y aspiraciones, los hermanos Badilla asumieron la tarea de expandir no solo las fronteras sino también la concepción misma de lo que el cine nacional puede lograr, y cómo debería ser entendido. Fue gracias a ello que, a través de su compañía productora:
Purple Duck LLC, establecida en
Nueva York, el joven Isaías escribió, produjo y encabezó la dirección de su primer cortometraje:
THRENODY, una aventura absorbente, inquietante e inolvidable, en la cual una joven debe afrontar no solo los fantasmas de su pasado, sino la alienación y paranoia que acompañan el día a día en la gran ciudad, así como encuentros inesperados que podrían ser más de lo que parecen en la superficie.
THRENODY se estrenará en Costa Rica como parte de la
primera función de la Competencia Nacional
MADE IN COSTA RICA del
Festival shnit en su decimocuarta edición.
Durante mi conversación con Isaías, quien a su edad es ya un veterano de los escenarios teatrales, tanto en Costa Rica como en Nueva York, me queda claro que estoy ante un cineasta que, incluso en sus primeros pasos, demuestra un potencial asombroso para comprender el arte de la narrativa cinematográfica, la importancia de crear historias honestas, y sobre todo, la fuerza de voluntad para ver su realización.
¿Cómo surgió su amor por el cine, la actuación, y el contar historias? ¿Cuáles diría que han sido sus principales inspiraciones?
Desde niños, mis hermanos mayores Xavier, Thomas y yo, tuvimos una inclinación hacia el cine y contar historias, no solamente al agarrar en el hecho de agarrar cámara sino también cuando jugábamos, porque siempre había un elemento narrativo, algo por contar y por sentir. Cuando mi papá nos regaló una camarita, ahí fue cuando tuvimos la oportunidad de retratarlo eso que sentíamos, de poder capturarlo, por así decirlo. Empezamos a hacer cortos desde niños; yo tenía cinco años cuando salían los cortos de mis hermanos, y como no teníamos computadora, nada más poníamos la cámara, apagábamos la luz en el cuarto y pasábamos las escenas manualmente, pues como no podíamos editar, esa era nuestra manera de proyectar el cortometraje, y para mí eso era como un... era mi
play para jugar, por así decirlo, el grabar, editar, el hacer cortos. Siempre le agradezco a mis hermanos por inculcarme el cine, y siempre digo que de mis directores favoritos es mi hermano. Xavier. Al ser ellos mayores, el tipo de cintas que veían era, a decir verdad, algo que un niño de ocho años tal vez no iba a ver, pero porque yo los tenía a ellos, siempre podía sentarme y escucharlos hablar sobre las películas de una manera crítica. Y bueno, conforme fui creciendo, la magia del cine y esa parte de jugar se volvió algo más como… inclusive con más significado, ¿verdad? Algo que yo asemejo mucho a la terapia, a la filosofía, una manera de retratar lo que voy viviendo para así superarlo de cierta manera, o para poder hablar de ello. En cuanto a mis inspiraciones de cineastas o directores, me fascina el cine de Bergman, de Tarkovsky, me fascinan Gaspar Noé y Lars von Trier. De hecho les podría enseñar aquí mis pósteres de Bergman, de Yorgos, y de Gaspar. Esas serían mis inspiraciones. Y mi hermano, principalmente.
Quisiera preguntarle por Purple Duck
, pues me parece admirable que sea un emprendimiento suyo y de sus hermanos. ¿Cómo surgió la productora? ¿Cuál fue el proceso y qué visión han tenido?
Siempre supimos que queríamos hacer películas, que queríamos hacer cintas, escribir y realizar. Siempre. Yo estudié en la Academia de Artes Dramáticas de Estados Unidos, acá en Nueva York. durante tres años, y estaba muy enfocado en el teatro y la actuación. Al graduarme, pensé: “OK, necesitamos crear algo, consolidar algo, una productora con su propio nombre, y que sea legal”. Así que creamos un LLC acá en Estados Unidos.
THRENODY nació hace bastante, podría decir que nació en mi mente hace unos dos años cuando la empecé a escribir, cuando empecé a hacer investigación, a explorar un poco con el concepto; yo me dije: “¡Este va a ser mi primer corto, escrito, dirigido y producido!” Y ya lo sentía. A eso también se sumó el interés de crear una productora, una compañía de cine independiente que fuera nuestra nosotros. El nombre nació después, un amigo nos creó el diseño, y bueno, todo lo que ha venido después. Pero siento que
THRENODY y lo que hemos hecho antes, todo eso se unió como una manera de consolidarlo. Y, bueno, nuestra misión es desafiar los límites del cine a través de la narrativa y lo audiovisual. Siempre queremos mantener eso, y mantenernos intactos en cuanto a qué historias queremos contar y cómo queremos contarlas.
Usted pasó de trabajar en Costa Rica a Estados Unidos, donde afortunadamente ha ido muy bien. Si tuviera que comparar las culturas artísticas, específicamente con respecto a cine de Costa Rica y de Estados Unidos (o de Nueva York), ¿Cómo describiría sus similitudes y diferencias? ¿De qué manera siente que su transición de un contexto a otro ha influido en su manera de abordar la producción audiovisual?
En Costa Rica siempre hicimos cine entre nosotros, nunca fuimos como… ¿Cómo lo explico? Estudié en el Taller Nacional de Teatro, entonces estaba más enfocado en el teatro. Trabajé como asistente director en una película y en varios cortometrajes, luego participé en la película
Un regalo esencial, pero lo interesante es que yo no pude estar en el estreno, porque hice la película y de inmediato me fui. Entonces nunca pude realmente experimentar cómo era ir al cine, hablar con la gente, ver qué le parecía la película… Quedó como en un limbo que no pude tal vez como explorar al cien por ciento. Sí he visto muchas películas ticas, siempre, pero sí me sentía muy ajeno a ello cuando me mudé acá. Y llegando, bueno, para mí esto ha sido algo vital, al menos en
THRENODY, ese sentido de alienación con la cultura estadounidense, con la superficialidad de Nueva York, el materialismo, el capitalismo, y cómo eso me ha afectado a lo largo de los años, eso en parte es
THRENODY. Para las historias que quiero contar, siempre quiero mantener intacto lo que siento en el momento, y puede cambiar, por supuesto, y ha cambiado a lo largo de los años, pero siento yo que el ser un inmigrante aquí ha creado, no sé, me ha profundizado a nivel personal en cuanto a las historias que quiero contar. Por eso yo les decía a Thomas y a Xavier, que esto yo lo considero, y me encanta que el Festival shnit lo considere así también, como cine tico. Porque yo digo: “¡Esto es cine tico!”, y es chiva poder expandir el concepto de cine tico, aunque está en inglés y aunque está hecho acá, está hecho por ticos: La edición, la cinematografía, el guión, parte de la actuación, el color, el sonido, todo esto es cine tico. Y me interesa ver cómo podemos, siendo costarricenses, ya sea explorar o expandir el concepto de qué es cine tico, porque siento que en Costa Rica, a nivel del público, la gente piensa en cine tico y se van a un concepto muy directo, pero el poder llegar y dar esta propuesta, que está ambientada en Nueva York, con sus edificios, en una atmósfera muy diferente a la de Costa Rica. Siento que en Costa Rica poco a poco vamos encontrando nuestra voz, ¿verdad? Y pueden ser voces muy diferentes, conforme a cada cineasta.
¿Qué tanto influyó el paisaje físico en sí, por decirlo de alguna manera, en el paisaje emocional de la película?
A mí siempre me ha encantado mirar la cámara y ver la escenografía como un personaje vivo que respiran y que tiene una conversación con los personajes, con el guionista, y con el director. Si quería reflejar una Nueva York que tal vez no muchas veces no se imagina; la gente suele pensar en Nueva York como la ciudad de las luces, y Broadway, y los sueños y que todo es chiva y que todo es bonito, ¿verdad? Algo que muchas veces se ve reflejado también a nivel de turismo, que solo ven Times Square, solo ven los edificios gigantes y el glamour y todo esto. Pero yo quería reflejar la Nueva York que he experimentado por muchos años, que es esa, llena de soledad, es decir, llena de gente y aun así llena de soledad; esa desconexión con el mundo natural, más allá de que es una jungla de concreto, esa desconexión con mi cultura, por estar acá, ¿verdad? Entonces sí quería reflejar eso a nivel de sonido, a nivel de personajes. Yo hablaba de eso con Rebecca Wood, la actriz principal, sobre esa desconexión, ¿verdad? Sobre el choque entre el mundo natural y el mundo superficial físico de los carros, de la gente. Por ejemplo, bueno, hay una secuencia en el corto, cuando ellas se siguen, donde a nivel de sonido yo no quería escuchar ningún sonido de la ciudad. Quería escuchar solo la naturaleza: los pájaros, que las motos se convirtieran en moscas, que los carros sonaran como trote de caballos, que ustedes puedan sentir un Nueva York diferente, que nunca se ha visto, o mejor dicho, que no se ha sentido o no se siente. Por eso para mí lo chiva del cine es, y siempre lo busco, es cómo crear un mundo que si no fuera por el cine nunca existiera. Y eso es para mí el privilegio del séptimo arte, que es esta combinación de artes y de elementos que pueden llegar a crear un mundo único, que si no fuese por el cine nunca podríamos experimentar como seres humanos, ¿verdad? Entonces eso para mí siempre es un objetivo muy chiva y siento que con la cinematografía y el color y el sonido sí se logró y siento que… bueno, me quedé súper feliz con el resultado.
En THRENODY
trabajó con actrices y actores también de diferentes nacionalidades. ¿Cómo fue para usted la experiencia de dirigirles, teniendo en consideración las diferencias de contexto, de cultura y, hasta cierto punto, del idioma?
Dentro del
cast y el
crew teníamos como quince o dieciséis nacionalidades, era bastante internacional y eso me encantaba; cada persona aportó lo suyo, desde su cultura y su visión también. La actriz principal, Rebecca, ella es de Inglaterra, y eso era un elemento muy importante, porque en algún momento hablábamos sobre si el personaje era de Estados Unidos o no, si deberíamos cambiar el acento, pero yo quería que ella fuera británica en el cortometraje, porque está esa conexión conmigo, ¿verdad? El ser inmigrante, el estar en un lugar que no es hogar, aunque lo puedo llamar hogar, donde me siento bien, pero me siento muy alienado, toda esta combinación extraña sobre la que ella y yo habíamos hablado, porque hemos trabajado juntos en obras teatrales aquí en Nueva York, y cuando empecé a escribir el guión del cortometraje no podía dejar de pensar en ella para el papel. Y también se vio en los ensayos, como yo vengo de un entrenamiento muy teatral, para mí los ensayos son vitales, inclusive en lo referente a cámara, cómo hacer la escena, cómo mantenerla viva, explorar, hablar, profundizar, cada quien trae lo suyo y tomamos de todo un poco y lo fusionamos y si sentimos que sirve, seguimos esa esa intuición. Siento que fue un proceso increíble porque sí, prácticamente los conozco a todos, he trabajado en teatro con todos los actores y actrices que trabajan en el cortometraje, y eso fue una ventaja muy chiva porque al conocernos, tenemos esa confianza y sabemos cómo trabajamos.
¿Cómo influyó su experiencia teatral en su forma de actuar y dirigir? ¿Cómo alcanzó un balance entre ambos abordajes?
Me encanta la palabra
balance, porque me parece vital. Depende del material o guión; cuando pienso en mi personaje de este corto, llamado
Subway Man, pienso en cómo siempre me ha fascinado el teatro físico, la idea de que para el actor de teatro su cuerpo es su instrumento o medio más propio, a mí me encanta contar historias por medio de mi cuerpo, y por eso incluí el elemento más físico, visceral en el
Subway Man. Y de nuevo, siempre se nos dice que a la hora de actuar en cine hay que bajarle un poquito, a diferencia del teatro, pero a medida que iba dirigiendo me sentí en mucha libertad para explorar, porque este personaje lo he tenido en mi mente por tanto tiempo, que llegar a explorarlo por medio de la interpretación fue demasiado chiva. Para mí, al siempre es importante estar presentes, algo que nos enseñan en actuación, estar conscientes de lo que sentimos física y emocionalmente, de cómo el ambiente externo nos afecta, cómo nos sentimos y cómo nos comunicamos, y yo le decía a Xavier que tuviera esa comunicación con la cámara, para que al tener esa conversación con la cámara llegáramos al punto de ser conscientes a la hora de grabar, a no estar apurados, sino sentir cada movimiento, siguiendo ese instinto. Lo mismo con los actores, hubo una escena que hicimos en travelling, y yo les decía: “Tienen libertad”. Había una estructura, por supuesto, pero mientras llegasen a esos puntos, tenían libertad de elegir cómo llegar, y siento que el teatro da mucha libertad porque es el medio del actor. Pero siento que en el cine también podemos tener esa libertad, a nivel de dirección y cinematografía, podemos dar a los intérpretes un espacio para que haya comunicación entre ellos y la cámara, y si se mueven más rápido, nos movemos más rápidos. Algo que decía, creo que fue Lucrecia Martel quien dijo que el teatro tiene mucho momentum, ¿verdad? Usted como actor empieza una obra y la termina en dos horas, uno empieza, y llega al clímax, todo en esta hora y media que sí ha pasado realmente. En el cine no es así, en el cine uno llega a grabar una escena, y puede que sea la escena final, y aun así no ha hecho toda la película, y es como… ¡Ahhh! ¿Verdad? Entonces yo sí trataba de encontrar ese momentum en muchas escenas, por eso prioricé el grabar una escena completa en vez de empezar por partes, o cortar en cierta parte, y la escena del apartamento sí fue plano secuencia, porque yo decía: “Necesitamos ese momentum que se va construyendo”. Para no alargar la respuesta, en el teatro he tenido entrenamiento, en el cine para mí la escuela ha sido ver y hacer películas, grabarlas y editarlas, y de nuevo, tomo herramientas de ambos para combinar y utilizar según se requiera, pues cada proyecto es diferente y pide cosas diferentes.
¿Cómo logró equilibrar tantos roles durante la realización y qué siente que le enseñaron, sobre el arte del cine y sobre usted mismo como cineasta?
Mencioné que cuando empecé a escribir
THRENODY no podía dejar de pensar en ello. Cada día pensaba en algo, escribía algo, tomaba notas, algo. Empecé a ver mucho cine de terror, tal vez folclórico, algo que me parecía similar. Como que yo tenía estas ganas de hacer
THRENODY, que no hubo un día en que no pensé en
THRENODY y aun ahora después de haberla hecho sigo pensando. Ahí fue cuando me di cuenta de que vamos con todo.
THRENODY fue para mí una escuela de cine, y siento que también para mis hermanos y quienes fueron parte del corto, aprendimos muchísimo, porque se aprende haciendo, ¿verdad? Nadie me enseñó ni va a enseñar cómo hacer cine, porque no hay fórmulas ni reglas, pero esa libertad es la que me impulsó a decir: “Hay que hacerlo, hay que arriesgarnos”. Yo trabajé muchos años como mesero, y sigo trabajando para ahorrar y llegar a producir algo, porque lastimosamente es muy caro y difícil, pero siento que parte de ese esfuerzo se ve reflejado en la historia y en el amor que la gente le pone al proyecto, cuando creen en el proyecto. Hacer este corto me enseñó sobre los tres procesos de escribir, de grabar y de editar, que están abiertos al cambio, es decir son como tres cortos diferentes en cada etapa, y siento que por eso es importante estar abiertos al cambio. Antes de grabar
THRENODY yo tenía la película grabada en mi mente, memorizada, pero cuando llegamos al rodaje me dije a mí mismo: “Ya… Déjelo ir”, porque ya había hecho la tarea, ya la había escrito, habíamos ensayado, pero ahora se venía otro proceso de creación, y al hacerlo muchas cosas cambiaron, creo que para bien, lo mismo a la hora de editar, en un proceso que sentí que no podía parar, porque fueron horas y horas, todos los días, no porque tuviera urgencia, sino porque tenía muchas ganas de editar, y al hacerlo ciertas escenas se alargaron, ciertas líneas se acortaron. Cada corto es diferente, y debemos estar abiertos al cambio porque nada va a salir como lo pensábamos, ¿verdad? Y eso
THRENODY, lo que vemos en pantalla, eso es
THRENODY, y estoy feliz con ello, y no tengo ningún arrepentimiento… Tal vez en quince años, posiblemente vuelva a verlo y sea diferente, pero hoy, para el Isaías del 2024 que hizo esto, me siento muy satisfecho y orgulloso de lo que logramos, y aquí estoy, esperando seguir adelante.
Si se ve como cineasta en el presente y futuro, ¿Qué tipo de historias o temas le gustaría seguir explorando?
Como mencioné antes, para mí el cine es casi como una terapia y una manera de filosofar, solo que con imágenes y sonidos. Siento que mi objetivo es mantenerme siempre intacto, y esa es la ventaja de producir mis proyectos, porque no hay nadie diciéndome: “¡Haga esto! ¡No haga esto otro!”. Eso es lo duro de muchas producciones grandes, donde la libertad creativa se limita, entonces mi objetivo es mantenerme intacto y verdadero como artista, como contador de historias, porque siento que eso se reflejará en mis guiones y películas. Ahorita estoy escribiendo mi próximo cortometraje, que también nace de mi propia vida y experiencias, lo que la gente me hace sentir, lo que les hago sentir, ¿verdad? Mi objetivo como cineasta es reflejar eso. Ahorita Xavier ya tiene el guión de su largometraje, y lo vamos a grabar, yo creo que el poder de las palabras es gigante, y decir: “¡Lo vamos a grabar! ¡Lo vamos a hacer!” es darle realidad. Queremos hacerlo dentro de unos años en Costa Rica, va a ser realizado en Costa Rica y será cien por ciento tico, y me emociona mucho volver y mantener esa conexión con mi país, trabajar allá, después regresar acá, y sí. Muy probablemente ese será el primer largometraje de
Purple Duck, y seguiremos explorando. Sí me veo como un cineasta, como un actor, y quiero escribir mis propios personajes también, no quiero tener que esperar a que me llegue una audición o un papel, no, yo quiero escribir e interpretar mis propios papeles, y justamente eso fue el
Subway Man, ¿verdad? Que fue un gran reto a nivel actoral, pero sí, creo que darnos esas oportunidades también es muy importante. Me veo así, haciendo cine, actuando, explorando, contando historias, y desafiando el medio también.
Desde ya les deseo lo mejor.
Muchísimas gracias. Y gracias al Festival shnit, porque yo quería también que
THRENODY tuviera su
world première, por así decirlo, en Costa Rica, eso para mí significa demasiado, y estoy muy emocionado por saber qué a decir el público tico. Y después… Ya, dejarlo ir, ¿verdad? Yo digo que cada película es como un regalo que preparamos, le damos a la gente, y una vez que la ven les pertenece a ellos, y eso es lo chiva, me parece, que pueda llegar a un espacio donde mucha gente lo vea, ya para mí ese es mi sueño hecho realidad.