Kenneth Sanabria ha cosechado numerosos premios y selecciones en festivales gracias a su talento en la producción cinematográfica. En esta entrevista, Kenneth revela cómo la psiquiatría y el cine se entrelazan. Además, nos sumerge en la inspiración detrás de su cortometraje "Sangre y ceniza" y el mensaje que busca transmitir a través de esta historia. Finalmente, comparte su entusiasmo por participar en el Festival shnit, destacando su importancia en la promoción del cine y la exposición de obras creativas.
Me impresiona su doble formación porque me parece que tiene una gran dedicación y compromiso, refleja mucha dedicación. Todos los premios y selecciones en festivales son testimonios de su talento para destacar en el cine.
Sí, tengo una doble profesión, me dedico un poco más a la psiquiatría y también en los últimos 10 años al cine. He estado entrenándome y estudiando, con tal de hacer lo que estoy haciendo ahora. Inicialmente cortos y luego la idea es hacer un largometraje. Este corto “Sangre y ceniza” es en realidad una prueba de concepto del largometraje que ya tengo escrito.
La historia mía empieza en teatro, cuando estaba en la U, un grupo de amigos y yo presentamos obras de teatro en varias áreas del país. En realidad, el gusanito mío era probar a hacer cine, sin embargo, como también estudiaba medicina, entré a la residencia en psiquiatría y me quedé sin tiempo para andar haciendo cosas. Terminé la residencia e inmediatamente me metí a estudiar cursos de producción audiovisual. Y ya después me fui especializando en cine, especialmente en dirección y guión, que es lo que más me interesa.
Es interesante cómo ha equilibrado su carrera como psiquiatra con la producción de cinematografía, ¿hay alguna lección que apliques de un área a la otra o viceversa?
Es inevitable, cuando uno tiene dos vertientes contaminar una con la otra. Igual he aprendido cosas de psiquiatría como he aprendido cosas de cine haciendo psiquiatría, yo diría que se complementan bastante bien. Principalmente en el área de guión, en el área de guion trabajamos muchos personajes, personalidades, historias de vida, que es básicamente lo que hacemos en psiquiatría, tratar personalidades e historias de vida con tal de ayudarle a la gente a entenderse a sí misma.
¿Podría ampliar un poco sobre esto que menciona sobre el ver y crear películas para entendernos a nosotros mismos?
Yo siento la necesidad de escribir algo y después convertirlo en cine. Entonces cuando uno escribe y produce al mismo tiempo, todo lo que uno va a escribir en realidad toca muchos aspectos personales. Aunque sean historias con personajes diferentes siempre tienen un poco de uno. Y mientras uno escribe, mientras va produciendo, mientras edita.
Este corto tuvo la particularidad de que no solo lo escribí y lo produje, sino que también lo edité al final. Entonces es un corto muy pegado a mí mismo. Y se conoce un montón de cosas por ejemplo problemas o conflictos que pueda tener yo relacionados con la religión, con la muerte, con la paternidad y la maternidad. Entonces es inevitable que a la hora de escribir y producir algo así uno no se conecte con eso y no se conozca a uno mismo a través de eso. Y probablemente habrá muchas más personas que se identifiquen con el corto, con áreas que se identifican en el corto. Especialmente en áreas de violencia intrafamiliar o también cuestiones relacionadas con la paternidad; y también con la religión.
Se enriquecen una a la otra. ¿Cuál ha sido el desafío más memorable que ha enfrentado en su carrera cinematográfica?
El desafío más memorable lo enfrenté con este corto, ya que el rodaje estaba previsto para iniciar en el 2020 y cayó la pandemia. Recuerdo cuando se dio la decisión de cerrar todo yo estaba a un día de comenzar a grabar. Dos años en los que no se pudo realizar nada. Los muchachos con los que había ensayado son dos años mayores de lo que había pensado para la historia.
Hablando del cortometraje, precisamente sobre el guion, ¿cuál fue la inspiración de esta historia, qué mensaje espera transmitir a través del corto?
La inspiración inicial fue alguien que conocí hace unos 6 o 7 años. Y fue un periodo breve en el que hablé con él. Me contó que cuando él era adolescente, cuando tenía como 15 años, vivía en una zona rural de Nicaragua y que sufría la agresión del papá, al final él y la mamá mataron al papá. Lo asesinaron y lo enterraron por ahí en algún lado y nunca nadie se dio cuenta. Pero eso lo afectó psicológicamente. Estaba con afectación de su salud mental. Esa fue la inspiración inicial, sin embargo, después de todo eso, comencé a indagar un poco en el área de historia del arte y me encontré con este cuadro de Leonardo DaVinci de “La Sagrada Familia”, que representa el sufrimiento de las madres. Empecé a ver un montón de pinturas y entonces el corto comenzó a tener un matiz más pictórico. La historia fue tomando como dos áreas importantes. Tal como se trabajaría en el área de psicoanálisis: hay un punto manifiesto, es decir lo que es claro a los ojos: y un punto latente, que es lo que está más abajo, lo que no se ve claramente.
Lo que quería contar era de cómo una mujer se puede sentir realmente encerrada dentro de su propio hogar, pero también demostrar que factores podrían llegar a eso. Y en la cultura nuestra creo que la religión es uno de los factores principales, en relación con que la mujer se sienta comprometida con su esposo, aunque sea agredida. Todo por una convicción religiosa, hace que muchas mujeres no quieran salir de donde están.
¿Cómo describirías tu estilo personal y tú enfoque como cineasta?
Lo que más he estado trabajando es dentro del género del thriller psicológico. Yo creo que el estilo mío va por ahí, cosas de suspenso, thriller. Por el área mía creo que es en donde me siento mejor. Como me meto en la mente de los personajes, de hecho, en este corto se nota mucho eso. Porque es un corto con cero palabras habladas, en 18 minutos no se dice ni una sola palabra. Prácticamente, lo que habla en la historia, además de las imágenes, es el sonido. El sonido es lo que me dice qué hay dentro de la cabeza de la protagonista. Ese es el estilo que yo quiero buscar, como meterse dentro de los personajes, sacar lo que hay adentro y mostrárselo a los demás.
Sí se nota esta parte latente que menciona, porque el corto le obliga a uno a no despegar la mirada para poder absorber toda la atmósfera generada. ¿Qué lo incentivó a participar en el Festival shnit?
Beneficia mucho a la promoción del corto, porque lo expone. La idea de hacer un corto o una película es para que las demás personas la vean, nada gano yo con dejármela a mí mismo y no mostrarla a nadie. El shnit es, para mí, uno de los mejores festivales de aquí del país. Todos los que hacen cortos tienen al shnit como objetivo principal, el shnit y el CRFIC diría yo. Pero, el shnit tiene la ventaja de ser más enfocado en cortos, el CRFIC como que se diluye entre tantas actividades que hacen. Entonces sí, era como uno de mis objetivos y por dicha se logró. Además, hacen muy buena promoción.