Entre ruinas devoradas por la selva, una joven despierta sin memoria ni salida. Mientras deambula por un tiempo que se fragmenta, encuentra a un bebé indefenso. Lo cuida. Lo protege.
Pero en la selva, nada es lineal. Al despertar, el bebé ya es un hombre. Aunque la llama “mamá”, su mirada revela algo más. La relación se vuelve ambigua, inquietante.
Mientras sombras y rastros de otras mujeres emergen del paisaje, la joven entiende que lo que crió ahora la amenaza. Enfrentada a esa presencia, deberá tomar una decisión visceral: sacrificarse o romper el ciclo. La selva no pide explicaciones, solo decisiones.