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Luces sobre la Diversidad: Entrevista a Nacho Rodríguez y Andreina Quirós, director y directora de 'La Noche de la Avispa Reina'

Por Luis Acosta Casanova.

Entrevistar a Nacho Rodríguez y Andreina Quirós es adentrarse en una colaboración llena de sensibilidad y compromiso con temas que no siempre encuentran su lugar en las pantallas costarricenses. Este dúo cinematográfico, con su cortometraje La Noche de la Avispa Reina, ha logrado crear una obra profundamente conectada con la memoria histórica y la representación de la diversidad sexual, tocando temas que, aunque se desarrollan en el San José de 1987, siguen resonando hoy con igual relevancia.

¿De dónde surgió la idea de este cortometraje y cómo la fueron desarrollando?


Nacho: Bueno, el cortometraje nació de nuestra maestría en Comunicación Audiovisual y Multimedia de la Universidad de Costa Rica. Al entrar a la maestría, Andreina y yo quisimos desarrollar un producto que de alguna u otra forma tocara el tema de la diversidad sexual. Entonces, por cuestiones del destino y porque era la temática que queríamos abarcar, nos asignaron como pareja. De ahí en adelante, Andreina y yo empezamos a hablar sobre temas de memoria histórica, representatividad en pantalla, muchos temas en torno al recorrido de la diversidad sexual en el medio audiovisual de Costa Rica, y eventualmente aterrizamos en la materia de nuestro corto, La noche de la avispa reina.

Andreina: Quisiera sumar también que Ignacio y yo siempre hablamos, desde el inicio, sobre las experiencias propias, sobre cómo no teníamos referentes claros de personas queer en la pantalla, y saber que cuando éramos pequeñas y pequeños, la forma en que se solía representar a personas gay, mujeres bisexuales o lesbianas, las pocas representaciones que había venían desde el prejuicio, era una representación que no nos hacía sentir bien ni validades, sino lo contrario. Eso fue también gran parte de nuestro impulso, de pensar qué nos hubiera gustado ver, tanto a Ignacio como a mí, en el cine o en la tele en general.

¿Qué les llamó particularmente la atención sobre el contexto histórico que eligieron? ¿De qué manera sienten que, a pesar de las décadas, todavía resuena el día de hoy?

Andreina: Bueno, desde estos primeros años de la época de los años ochenta y noventa fue cuando se dieron los primeros casos de VIH, entonces también queríamos explorar ese momento y cómo inició la organización de personas que querían ser vistas, escuchadas y contrarrestar todo el tema de la violencia, el estigma y la discriminación que había en ese contexto. Fue como un enmarque desde el inicio, preguntarnos: ¿Qué estaba pasando en ese momento? Primero estaba surgiendo el VIH y cómo las poblaciones estaban siendo altamente discriminadas y violentadas, pero también fue un momento histórico muy importante porque justamente hí es donde empiezan a nacer más organizaciones, se publica la Carta del 5 de Abril, que fue un hito histórico muy importante, porque justamente se le exigió al gobierno y al Estado en general tener una mejor respuesta para las poblaciones con VIH y para las poblaciones queer. Hay muchos momentos históricos importantes, pero ese sí sentimos que deberíamos conocer como sociedad costarricense.

¿Cómo trabajaron a nivel de guión y dirección el personaje de José Pablo/Eulalia?

Nacho: El guión fue un proceso de muchas etapas. Primero, Andreina y yo hicimos la investigación, en este caso sobre la década de los ochenta, y no solo a nivel estético, sino también en cuanto a la temática; vimos entrevistas disponibles en línea, material de archivo, periódicos, también nos reunimos con expertos en el tema, personas diversas que se especializan en la recopilación histórica para así empaparnos un poco sobre cómo se hablaba en ese momento, qué términos se usaban, qué pensaba la gente, cómo eran los bares, cómo se autodenominaban las personas en ese momento. Y en toda esta investigación nos ayudó ponernos un poco en los zapatos de quienes vivieron esos años; después nos dimos a la tarea de armar una biografía del personaje, descubrir quién era José Pablo, quién era Eulalia, en qué trabajaba, la relación con su abuela, entre otras cosas. Fue un proceso muy natural y bonito, colaborativo entre Andreina y yo, y eventualmente contamos con la ayuda de Richy Mejías, el actor principal; compartimos con él y nos ayudó a expandirlo, a llenar espacios o grietas que habíamos dejado con otro tipo de información. Fue sencillo, pero efectivo.

¿Cómo fue, desde la producción, la experiencia práctica de recrear, el ambiente de los años ochenta?

Andreina: Mucho fue pensado desde la preproducción, los espacios que elegimos que pudieran darnos ese ambiente, estuvimos buscando mucho cuáles podrían ser esos espacios, lo mismo con el vestuario, donde Richy nos ayudó muchísimo. Y luego ya, la experiencia del día a día fue mucho de hacer lo que podíamos con lo que teníamos, porque esto era un trabajo de maestría a la vez que un proceso de aprendizaje. Nacho tiene mucha más experiencia que yo en producción audiovisual, lo cual también implicó un aprendizaje de mi parte a la hora de crear un documental falso. Pero sí, ese día de rodaje lo recuerdo con mucho cariño, porque fue la experiencia de aplicar toda la investigación que habíamos hecho durante bastante tiempo, un total de casi dos años. De hecho, la grabación y postproducción no nos llevó tanto tiempo, fue más como que Richy estudiara el guión, se colocara desde su persona, ¿verdad? No fue tanto la creación tradicional de un personaje, fue más como recuperar lo que es él, porque Richy en su vida personal hace drag, entonces era mucho desde lo performativo, donde desde su experiencia actual nos habla sobre lo que pasó hace años. Queríamos crear ese puente entre diferentes contextos, y ahí fue donde se terminó de amarrar el guión.

Nacho: Cuando estuvimos en el Festival de Cine de Costa Rica, comentábamos con nuestros amigos y colegas sobre cómo grabar y producir este cortometraje fue muy divertido, y creo que viene del lenguaje y formato con que estábamos trabajando en el documental falso, que nos permitió experimentar con la forma, la estética, inclusive con los errores que solían pasar en cuanto a cámara y audio. Lo recuerdo como un proceso divertido, espontáneo, creativamente fértil, y en parte es porque no estamos tan acostumbrados a ver este tipo de narrativas, de documental falso, especialmente sobre población diversa en Costa Rica, en los años ochenta, o sea, era algo sumamente específico. En la grabación jugamos con ángulos de cámara, iluminación, hacerlo tan ochentera como nos fuera posible, que se viera como un programa de televisión o incluso como un videoclip, y al final la estética misma tomó cierto protagonista, aunque por supuesto no se iba a sostener sola, necesitaba de una historia humana que, bueno, afortunadamente encontramos en Richy al actor perfecto, que como dijo Andreina, desde su propia performatividad aportó experiencias personales y eso se nota en el resultado final. Un dato curioso es que lo que se ve en pantalla fue capturado en una sola toma, aunque tuvimos que hacer ajustes, porque Richy está acostumbrado a utilizar el lenguaje inclusivo, y tuvimos que recordarle que en la época donde estamos ambientados eso no existía, no podíamos ser tan políticamente correctos. Pero después de eso, fue muy sencillo; hacíamos preguntas, él respondía, pasábamos a la siguiente, y nos dio chance de hacerlo en una sola corrida.

¿Hubo alguna razón particular por la cual decidieron enfocarse más en la preparación de José Pablo/Eulalia, en vez del espectáculo como tal?

Andreina: Como te decíamos, este proyecto surge de la maestría y en realidad lo que vas a ver en la tesis es un largometraje, entonces lo que teníamos que hacer era un prototipo, y desde el inicio Nacho y yo conversábamos sobre cómo no nos gustaba la idea de que fuese un prototipo, sino que queríamos un producto acabado que pudiésemos compartir, que pudiésemos luego mostrar en festivales, entonces toda esa visión la teníamos desde el inicio. Pero sí es un proyecto más grande, un largometraje; para este cortometraje habíamos planeado hacer tomas en La Avispa, incluso habíamos conversado con su dueña, Ana Vega, pero no pudimos acomodar los tiempos, sin embargo todo eso está pensado para la versión más extensa del proyecto, en el cual también queremos mostrar otras historias, de otras poblaciones. Hay un mini corto que también elaboramos, sobre el encuentro de lesbianas en 1990, entonces vemos cómo estas mujeres se organizan y cómo también hubo oposición por parte del gobierno de esa época, que quiso detener el encuentro. Esto nada más para ponerte un ejemplo de otras escenas que hemos trabajado.

¿Entonces su meta sí es transformar esto en un proyecto más largo?

Nacho: Lo tenemos desarrollado, tenemos un desglose de producción, un tratamiento visual, una escaleta de guión, y si se dan las estrellas, si Andreina y yo tenemos chance, si hay dinero, pues nos encantaría, pero todavía sigue siendo un signo de pregunta. Bueno, ¿Qué decís vos, Andreina? ¿Los ves como un signo de pregunta o como un signo de exclamación?

Andreina: Sí, o sea, de verdad es una posibilidad que sería muy tuanis de realizar. Claro, hay que ver si sí se acomodan todos los factores, pero yo esperaría que sí, y también la apuesta por participar en más festivales, para que la gente lo conozca, eso también abre más oportunidades, entonces, sí, es un signo de pregunta, pero con puntos suspensivos y de exclamación.

Desde ya les deseo lo mejor. ¿Hubo algún desafío en particular que tuvieron que afrontar, ya sea durante el rodaje, o desde la preproducción hasta la posproducción?

Nacho: No hubo mayor desafío, creo, aparte de los que tenía intrínsecamente la maestría en cuanto a tiempos y fechas, pero en realidad fue un proceso bastante fluido.

Andreina: Yo estaba pensando en relación justamente al uso del lenguaje, como mencionó Nacho. Tal vez no fue un desafío pero sí tuvimos que tener muy presentes qué palabras íbamos a usar, y de forma muy específica; por ejemplo, el uso del término “travesti” en la actualidad suele generar malestar, porque se les conoce como personas drag, asimismo están las personas trans, entonces estamos en un contexto radicalmente distinto. Para darte un ejemplo, este corto lo presentamos en el cierre del Proyecto Nacional de VIH, que cerró hace unos meses; en este evento había varias mujeres trans, y en general, a las mujeres trans no les gusta que se las llame de otra forma porque puede ser discriminatorio, y por eso me pareció importante hacer la aclaración de que estábamos representando otro contexto, para evitar el riesgo de que lo leyeran de otra forma. Por dicha ahora estamos creando un lenguaje más inclusivo, pero hasta eso aún tiene sus propios desafíos.

¿Cómo ha sido hasta el momento la respuesta que ha recibido el cortometraje, y qué les gustaría que las personas que lo van a ver en el Festival shnit se lleven al verlo?

Nacho: A mí una de las cosas que más me pareció interesante o inclusive sorprendente fue cuando lo presentamos por primera vez en el Festival de Cine Costa Rica en junio, en el Q&A que hubo después, y gran parte de la audiencia se sorprendió al ver a Richy en la sala, porque de alguna manera creyeron que sí era un documental que habíamos reeditad. Eso para mí, me imagino que para vos también, Andreina, nunca fue una posibilidad; tratamos de emular a lo mejor de nuestras habilidades un producto de la época, pero siempre pensamos que se notaría la distancia, y que la gente iba a entender que estábamos haciendo un documental falso. Sin embargo, fue impresionante que un porcentaje de la audiencia no estaba consciente de eso y más bien, de cierta forma, fue un halago. Y lo que personalmente me gustaría que la gente se llevara al ver el cortometraje es que se entretengan, yo creo que a veces se sataniza un poco el entretenimiento, y yo soy creyente de que vos podés generar arte y contenido entretenido, que apele a la gente, y al mismo tiempo sea profundo, humano, decisivo. Me gustaría que la gente se entretenga, que pase un buen rato, y que al final del cortometraje, igual se llevan conocimientos, experiencias, y visiones de mundo que antes tal vez no poseían. Eso sería para mí.

Andreina: A mí también me ha sorprendido mucho la reacción de las personas, y me conmueve muchísimo que entre las personas que lo han visto hay muchas con VIH, mujeres trans, y que se ponen así a contarnos su historia, ellas mismas, señoras y señores que han visto el documental, y que les mueve muchísimo la recuperación de esa memoria, y que se ponen ahí mismo a conversar, y recordar momentos que es importante hablar, y tener el espacio para conversarlos. Yo esperaría o me gustaría que personas que tal vez no están tan familiarizadas con estos temas puedan tener preguntas o inquietudes al saber que estas cosas pasaron aquí, y que se lleven esa pregunta sobre qué tanto es verdad, qué tanto no, y vayan a investigar o corroborar la información, y también que vean representada en la pantalla una realidad muy costarricense y centroamericana, pues tenemos referencias de vivencias queer desde el norte global y es importante que también nos fijemos en nuestra propia realidad.

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