Lo mejor del cine en corto

‘Coligallero’, humanizando las vivencias de las personas en sociedad: Entrevista a Wainer Méndez

Por: Raúl Ramírez Barquero.

Entrevistar a Wainer Méndez dejó en mí una experiencia gratificante, la sensibilidad con la que se tocó cada tema me hace sentir increíblemente feliz sabiendo que hay personas que, a través del arte, desean entrar en una reflexión sobre las diferentes situaciones que vivimos en Costa Rica y que por diferentes razones nos parecen tan ajenas.

Wainer, quien es un excelente profesional con muchísima trayectoria, pone a ojos del espectador el documental Coligallero, actualmente participando de la competencia nacional MADE IN COSTA RICA del Festival shnit 2022, y con él busca lograr esa sensibilidad, crear cercanía con quienes nos parecen ajenos y ésto lo logra perfectamente a través de una delicada historia en donde predominan las sombras y contrastes que hacen trasmitirnos el mensaje deseado.


Wainer, ¿Cómo descubrió su amor y pasión por el tema del cine y la producción?

Bueno, Raúl, todos iniciamos en el cine a través de la imagen y el sonido, ¿verdad? Está claro que nuestra generación creció con el cine, somos hijos del cine y también nuestra cultura está completamente constituida a través del cine. Creo que el cine no solamente hay que verlo como un arte más, sino como una herramienta de transformación social. El cine nos facilita mirarnos de frente, nuestras culturas, nuestra identidad y nos ha permitido entrar aún más allá de solamente el mundo material. El cine nos ha permitido ver el reflejo de nuestros sueños, nos ha permitido ver y comprender la psique humana; entonces me parece un arte que no solo ha sido conductor de los procesos socioculturales en el mundo, sino que aún sigue siendo el arte principal que hasta, digamos en los últimos años, sirvió como herramienta de transformación social interesante. Te puedo contar un poquito más de cómo inicie en el cine. Yo comprendí el cine cuando tenía unos doce años y recién estábamos alquilando Titanic y otras que recién venían saliendo por el famosísimo VHS, y desde entonces me fui acercando a todo lo que era el cine de Hollywood (lamentablemente empezamos por ahí porque nuestra cultura estaba muy, muy, muy plagada de este tipo de cine comercial). Y conforme fui experimentando los diferentes procesos, no solamente tecnológicos de la época, ya no solamente a grabar en VHS y procesar las cintas magnéticas, sino que también íbamos hacia lo digital. En ese tiempo las computadoras eran muy básicas, había como Windows 95 y todo lo teníamos que hacer de forma manual, los cortes eran manuales, entonces siento que así me acerqué mucho a lo que tal de hacer cine en ese momento y me dio mucha motivación para hacer trabajos iniciales como proyectos estudiantiles o grabaciones con amigos.

Me puedo imaginar que, en ese momento, el hecho de grabar y tenerlo todo en VHS, editar y de ahí agregar el sonido, era toda una experiencia.

Sí, claro que sí, y fue de las primeras formas en que me acerqué a la imagen, creo que fue un desafío para los que estábamos empezando, por lo menos desde esta parte del mundo, y una dificultad que nos acercó a un amor todavía mayor por la imagen y el sonido, puesto que eran más difíciles de capturar. Había mucho más respeto al botón de REC, pero también mucha más coordinación en lo que hacíamos. No es que ahora no lo haya, aún vemos que la técnica cinematográfica ha evolucionado y se especializa cada vez más, pero creo que entonces era más arriesgado, sobre todo para países de nosotros y personas que vivimos en el Tercer Mundo, para quienes el acceso a la tecnología siempre ha sido más limitado. Entonces hemos buscado alternativas para poder realizar el cine y creo que entre esas alternativas estaba también parte de la creatividad con la que nacieron mis trabajos, que siempre han sido, en su mayoría, bajo una idea independiente y casi artesanal del cine, en donde utilizamos los recursos que tenemos a disposición para crear nuestras obras cinematográficas sin depender de la gran industria ni de las grandes tecnologías, aunque cada vez son más accesibles, y creo que eso es un punto a favor del cine.

Hablando de estos recursos, estos elementos y técnicas que menciona, ¿Cuáles diría que son los elementos que le llaman la atención a la hora de producir una obra audiovisual?

Siempre me he inspirado por el movimiento francés de los años sesenta, donde grandes expresiones cinematográficas nos demostraron que el cine podía ser diferente a las estructuras hegemónicas. Podía hacer un cine también revolucionario y transformador. Creo que grandes expresiones como las de Jean Luc Godard, Agnès Varda o Truffaut, nos vienen a enseñar que, para hacer cine, lo que necesitamos es una premisa inicial donde la vemos y comprendemos en nuestra relación humana, en nuestra sociedad y cultura. A partir de eso, cualquier historia puede nacer, y esa contradicción humana en donde se marca nuestra historia es el motor de nuestros deseos, de nuestro cine. Creo que, como dice Agnès Varda, también debemos realizar cine sin miedo; siempre habrá limitaciones para hacer cine, aún en las producciones con muchos recursos, pero es importante hacer cine con lo que tenemos a la mano, con nuestra propia realidad y creo que, desde ahí he realizado un tipo de cine característico, independiente, alternativo y, diría yo, más artesanal.


Hablando propiamente de su corto documental, Coligallero, me gustaría saber cómo fue el proceso de elaboración, las anécdotas y dificultades que se vivieron durante su desarrollo.

Coligallero se resume en que son ciento cincuenta años de lucha. Estamos hablando de que la palabra “coligallero” es sinónimo de lucha, sinónimo de rebeldía y autonomía. ¿Y por qué “coligallero” ha significado eso para una cultura costarricense? Porque desde hace ciento cincuenta años se viene explotando el oro en Costa Rica, con la llegada de Minor Keith, que empezó saqueando las tierras en las montañas de Guanacaste, principalmente llevándose esculturas prehispánicas y todo tipo de artesanías, cerámicas, y movido por la fiebre de seguir explotando nuestros recursos, logró un enclave minero en la montaña Abangares. Un enclave es una forma de cómo entregar los recursos de un país a la disposición de las políticas y leyes de una empresa privada. En este caso era la Gold Fields Company, la primera empresa que vino a saquear el oro en Costa Rica y desde ahí otras han hecho lo mismo. Entonces Colligallero nace de una revuelta que, en los años treinta, se realiza en Abangares contra la explotación y las condiciones infrahumanas en las que se realizaba la actividad. En ese momento el coligallero era aquel que se rebelaba e iba a los ríos a buscar oro o iba a otras partes en la montaña, donde no había trabajos ni túneles de la compañía. Coligallero también es sinónimo de artesanal, porque mientras las compañías sacaban el oro de forma industrial en mega producciones, el coligallero demostraba que podía tener una forma de extracción mucho más equilibrada con el medio ambiente, a partir de métodos manuales, herramientas hechizas. Entonces Coligallero nace de esa revolución de más de ciento cincuenta años contra los métodos de extracción masiva. Te cuento un poquito más ahora, de lo que fue la producción; nosotros nos acercamos a la comunidad de Abangares a través de la literatura, un libro histórico que se llama La guerra del oro del historiador Antonio Castillo, que nos contaba un poco toda esta historia de lucha del coligallero artesanal y cómo ha venido tomando más fuerza, ya que las últimas compañías que se fueron allí dejaron a los mineros artesanales y a los que trabajaban en las compañías también, sin ninguna paga, sin ninguna garantía laboral, dejando al pueblo en la ruina. Y entonces el coligallero tradicional, a partir del conocimiento que ya tenía, volvió a los túneles, los tomó y empezó a trabajar por su cuenta. A pesar de que esta lucha de los coligalleros se ha estado dando durante décadas, aún no se les ha considerado como una actividad legal. Y creo que eso fue lo que nos motivó a llegar a la zona de Abangares e investigar sobre el proceso del coligallero actual, su lucha, sus desafíos y sus vivencias. Es ahí cuando empezamos a hacer a partir de un trabajo con el Ministerio de Cultura, unos talleres de reflexión identitaria con esta población, quienes a través de ciertos espacios nos iban contando sus experiencias, nos íbamos conociendo y nos iban adentrando cada vez más a estos lugares. Ahí conocimos a Mercedes Morales, una de las protagonistas del documental, y a su papá, Juan Morales, quienes nos acompañaron en todo un año de grabación a través de los diferentes momentos que vivían dentro de los túneles. El proceso fue bastante complicado, puesto que nos acercamos a un lugar desconocido y peligroso, estamos hablando de quinientos o seiscientos metros de profundidad bajo la tierra, túneles que tienen huecos de más de cien metros a vertical en donde puedes caerte o se pueden desprender piedras de los de los cielos de los túneles. Y toda esta dificultad para grabar fue también una forma de acercarnos a las dificultades que ellos viven día a día, también sentimos un poco de la misma adrenalina que podían sentir ellos, o las mismas dificultades, o el mismo miedo. Normalmente estamos acostumbrados a trabajar con condiciones estables de luz, a trabajar en sets, con una iluminación más estable. Sin embargo, aquí el reto estuvo en iluminar lugares que normalmente se encuentran a oscuras, entonces teníamos que trabajar no solamente guardando la naturaleza de las sombras, sino llevando un poco más de luz para que podamos acceder a ese mundo que es el que se mantenía oculto. Hubo muchas dificultades, no íbamos a trabajar este proyecto con un gran crew, ya que se necesitaba un proceso más íntimo con los coligalleros en su día a día y nos arriesgamos a subir las escaleras hechizas, pegadas a veces nada más a los muros de piedra que subíamos cincuenta metros con ellos. Bajábamos las famosas chimeneas muchas veces con mecates, en donde la cámara a veces se amarraba o íbamos teniendo también dificultades de llevar la luz. Entonces poco a poco íbamos llevando el equipo. Fue muy difícil ya que en ciertas profundidades ya no hay tanto aire, el lente se te empaña, hay una dificultad de respirar y también teníamos que estar concentrados porque en cualquier momento había una explosión o en cualquier momento había algún tipo de material cayendo o había situaciones que teníamos que anticipar. Creo que ese es uno de los de los trabajos más difíciles a los que he podido enfrentarme.

Súper interesante, porque usted mismo lo mencionaba: no es lo mismo estar en un entorno que puedo controlar, como una habitación, que estar metido en túneles, a metros y metros de profundidad. Este es un punto muy importante que se menciona, como encontrar ese contraste entre cuidar la naturaleza, el entorno y modificarla a cierto modo para que uno como espectador pudiera también visualizar lo que se está viviendo.

Claro. Abangares, por fuera, es bellísimo; las montañas están cargadas todavía de árboles, hay mucha vegetación diversa y mucha fauna. Sin embargo, las compañías hicieron un gran daño ya hace tiempo, y esas perforaciones, esas grietas en la madre montaña, en la madre naturaleza, son de las que estos coligalleros se han alimentado en los últimos años. Ellos no han sido culpables de un impacto a nivel ambiental, ellos solamente protegieron la montaña de la extracción de estas compañías y sus métodos artesanales con pico, con pala, con cautivadoras, con rastras. Esto demostró una cultura de proteccionismo, aunque los ambientalistas más radicales nos puedan decir que no debería haber minería. Es cierto. La extracción minera en estos niveles no debería existir, puesto que las condiciones no son las más óptimas y no deberíamos de destrozar o destruir la naturaleza, menos ahora que el mundo necesita restaurarse, que necesitamos cambiar de valores como humanidad. Sin embargo, es una actividad que tiene tantos años de existir, que ya está aferrada a una identidad, y hay una cultura coligallera y eso es lo importante de este documental, ver que hay muchas Costa Rica, no solamente es la cultura hegemónica del Valle Central, sino que hay muchas culturas que conforman la identidad nacional. Abangares es muy particular, ya que es una conglomeración de personas que llegaron en un momento buscando oro y se quedaron en el pueblo. Entonces vemos personas que tienen identidad y tienen una cultura de Europa, de Asia o de otras partes de América que terminan conjugando en un solo lugar y conformando un abanico de identidades muy interesante en el pueblo


Definitivamente es un documental que transmite muchísima historia a nivel de Costa Rica, a nivel de los coligalleros y eso es algo que siento que sí se logra transmitir, tal vez humanizar, ¿no? La labor de esas personas que, a nivel general siempre, se ha satanizado la minería.

Qué buena palabra: humanizar. Así, al fin y al cabo, nuestras producciones lo que buscan es humanizar la experiencia humana y esta es tan diversa que tenemos que comprender, no solamente desde un aspecto ambiental o social, sino que hay una un trasfondo histórico en todo esto que se conjuga con la cultura que se va creando, y esto es una particularidad con la que nosotros tenemos que aceptar que un pueblo ha vivido y vivirá de la extracción por mucho tiempo. Creo que es una forma de cómo exponer la lucha que estos coligalleros han estado dando y la forma de cómo comprender nuestra identidad y nuestra cultura nacional en toda su diversidad. Me parece que por ahí anda el asunto y definitivamente el cine tiene que representar siempre la utopía humana. Nosotros tenemos que conjugar imágenes de un mundo diferente, imágenes que nos lleven a preguntas. Tenemos que exponer estas otras formas de comprender la vida para así poder respetar esa diversidad. El cine debe ser transformador en ese sentido. Ya estamos viviendo una época de mucha intolerancia, mucha indiferencia y creo que nos da la oportunidad de reflexionar sobre estos dilemas humanos que, lamentablemente, aún no hemos superado y que seguimos padeciendo en nuestros días.

Para finalizar esta conversación, ¿Qué se lleva, a nivel de experiencia emocional, luego de haber realizado este documental?

Muy bien, muy bonita pregunta. Me llevo muchas experiencias valiosas de gente que lucha día a día, de gente que me enseñó el valor del trabajo y el valor de resistir política y económicamente. Me llevo muchos amigos coligalleros que han tenido la valentía de comunicarme muchas de sus vivencias y siento que a nivel personal me obliga a mirar con un lente cada vez más crítico y a tener responsabilidad en mi papel, como un productor cinematográfico, de desarrollar proyectos que, como éste, nos den una posibilidad de mirarnos y de comprender quiénes somos. Y por ahí anda mi interés, principalmente como documentalista. sí quiero que veas las diferencias que tenemos a la hora de exponer películas, documentales y películas de ficción que en realidad es la unión de una reflexión de nuestro entorno, de nuestra sociedad y de nuestra cultura. Y debemos de ser o tratar de ser lo más objetivos. El cine en Costa Rica ha venido transformando la forma como nos comprendemos, ha venido mostrando la diversidad de nuestra identidad nacional y desde ahí el cine ha sido entonces una herramienta ya no sólo de reflexión, sino de transformación social y tolerante.

Podemos decir que el mensaje principal con este documental es dar una reflexión en la sociedad, humanizando este tema en específico, los coligalleros, humanizar las vivencias de estas personas reflexionando que en sociedad vivimos pues en diferentes panoramas, en diferentes contextos y que al final somos un todo, las mismas personas que estamos en el mismo país y que no debería existir este distinciones ni discriminación por ello.

Creo que no lo podría sintetizar mejor y me gusta cómo has elaborado esta reflexión final, porque eso nos lleva a que estamos en un mismo canal, nos estamos comunicando a través del cine, nos está dando, pensando y eso es importante porque solamente así podemos crear algo nuevo que es necesario. Vivimos en una sociedad costarricense bastante racista, bastante homofóbica, y eso tiene que cambiar. Aún tenemos muchas crisis humanitarias, no solamente a nivel interno, sino también vemos el problema de la migración venezolana que se está presentando nuestro país. Vemos una crisis de un humanitaria y una crisis de salud y una crisis de valores, y creo que es en este momento en donde nuestra generaciones estamos tomando el arte para poder hacer una un hincapié y empezar a transformar este nuestra cultura costarricense que tiene estos grandes flagelos que todavía arrastramos pero que poco a poco hemos demostrado también ser un país de gente pensante, de gente trabajadora y que buscará la formas de cómo defender y resistir ante esta deshumanización global en la cual se encuentra sumergido la humanidad. Creo que este tipo de películas, por más pequeñas que sean, nos están hablando, nos están mostrando una realidad que no podemos negar y que tenemos que comprender que es parte de lo que nos conforma como costarricenses.

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